“Dangerous Animals”, un producto original e irregular que nos recuerda que nada es tan peligroso como el ser humano

Si uno se pone a repasar las películas derivadas de la “Shark Explotation” que surgió a raíz de la obra maestra filmada hace 50 años por el maestro Steven Spielberg, se dará cuenta de que decenas de películas se han hecho teniendo a la temible bestia marina como protagonista pero que, realmente, ninguna tiene un nivel de calidad medianamente aceptable. Esto hace que “Dangerous Animals” pueda destacar como una de las mejores películas hechas sobre tiburones, una película irregular de la que podemos sacar muchas virtudes, pero también muchos aspectos mejorables que podrían haber redondeado la jugada propuesta por Sean Byrne.

Empecemos destacando las cosas que funcionan, y muy bien, en “Dangerous Animals”. Es de aplaudir la original idea de convertir a los escualos en simples armas utilizadas por un psico-killer para asesinar a mujeres, a las que usa como alimento para el disfrute de tiburones mientras graba dichas atrocidades. El experimento funciona cuando, en demasiadas pocas ocasiones, lo vemos en pantalla creando verdaderas escenas de tensión y pánico en el espectador. También funciona el divertido juego del ratón y el gato entre este asesino en serie y nuestra “final girl” gracias a un Jai Courtney pasadísimo de rosca para bien y una más que convincente Hassie Harrison.

Si todo el metraje estuviera dedicado a ver asesinatos de este tipo y a las formas de librarse y escapar de nuestra protagonista la jugada sería redonda, pero el problema es que no es así. En “Dangerous Animals” falta explotar más esa idea tan juguetona de la que parte, falta chicha, carnada, muertes y sangre. La película decide introducir al personaje de Josh Heuston con la intención de dar más capas al personaje principal y a la historia las cuales una película como esta no solo no necesita, sino que quita tiempo para los momentos locos que todos hemos venido a ver. Además, hace que la historia acabe siendo un poco aburrida y repetitiva con ciertas decisiones, como un final absolutamente absurdo, cobardes y fallidas.

Una pena no haber sabido ser la película más loca, valiente y sangrienta que demandaba esta genial premisa porque podríamos estar hablando de una película de culto instantáneo. Pero, aún así, “Dangerous Animals” tiene las suficientes cosas buenas para poder convertirse en un producto veraniego disfrutón que justifiquen la siempre obligatoria visita a nuestras salas de cine este mes de Agosto.

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