“Mission: Impossible - The Final Reckoning”, Tom Cruise regresa para salvarnos a todos

Por fin ha llegado la esperada última y ¿definitiva? entrega de la saga “Mission Impossible”. Como ya vimos en la anterior entrega, que seguía la molesta moda de realizar películas inacabadas para así poder explotar la taquilla, Tom Cruise iba a enfrentarse al peor enemigo de nuestro tiempo, la inteligencia artificial. Para Tom Cruise, esta IA significa y representa, también, el cine algoritmo. Ese cine que parece creado con IA que mezcla como si de una coctelera se tratara elementos que cree que gustarán a una serie de público. En ese cine algoritmo no existe el riesgo, ni la forma de hacer cine artesanal, ni cine que refleje realidad y verdad o que mantenga al espectador boquiabierto ante lo que ve, en definitiva un cine que aleja al espectador de las salas y pantallas de cine. Contra todo esto se ha propuesto combatir Tom Cruise y para ello, nos ha entregado una pieza de acción, intriga, aventura y emoción tan imperfecta como alucinante.

En esta entrega las set pieces de acción son menos en cantidad (el que quiera dos horas de explosiones que se ponga Fast and Furious y luego venga a pedir perdón) pero cuando las presenciamos son absolutamente alucinantes. Las escenas del submarino y las avionetas son ya historia del cine de acción, entran en ese Olimpo de la perfección que no puede ser superada y eso que pensábamos que la estrella de la saga y Christopher McQuarrie ya habían alcanzado ese nivel en las anteriores entregas pero no, se sigue superando. Evidentemente, es una película que merece la pena ser vista en la pantalla más grande posible. Uno de los grandes aciertos es la lucha contra la IA, ya que la forma de entender el cine por parte de Tom Cruise está en las antípodas del cine que cada vez se apoya más en ella. Es una trama bien construida (a veces un poco enrevesada) que mantiene la emoción hasta el final mezclando cine de aventuras, búsqueda del tesoro, cine de submarinos y acción pura. La película consigue una comunión de equipo que provoca que la emoción a lo largo de la trama golpeé a niveles fuertes en el espectador. Además de su protagonista, claro, destaca una carismática Hayley Atwell que recibe su espacio y momento más allá de ser “la chica de” (más papeles para esta actriz, por favor).

Obviamente no estamos ante una película perfecta. Durante las casi tres horas de metraje, asistimos a una cantidad excesiva de flashbacks, no solo de momentos de películas anteriores sino que de momentos que ocurren dentro del propio filme. Esta entrega de la saga no se libra de momentos de fan service al sacarse de la manga tramas y personajes que nos recuerden entregas anteriores, funcionando algunas y resultando absurdas otras. Y por último, el mayor error de la película es la elección de casting de Esai Morales como Gabriel. Nunca un villano tuvo tan poco carisma y tan poca capacidad interpretativa dentro de una saga tan importante.

Con todo, la película sigue siendo un entretenimiento notable y la película más ambiciosa de la saga. Tom Cruise consigue completar su misión, recordarnos por qué amamos el cine, por qué la experiencia en salas es incomparable y por qué dentro del cine cuanta menos IA y algoritmo, mejor. Si este ha sido el cierre de la saga, gracias Tom por jugarte la vida para entretener a aquellos que nunca conocerás.


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