Podemos definir a Steven Soderbergh como un todo terreno que no tiene miedo a afrontar el reto de dirigir diferentes géneros dentro del Séptimo Arte. En los últimos años los resultados de sus películas no han sido del todo satisfactorios por lo que en anuncio de su incursión en el terror, con una historia de fantasmas, nos ponía en alerta.
Pero el resultado ha sido notable gracias a la forma en la que el director ha decidido enfocar esta historia.
La historia de una familia que se muda a una casa donde una presencia les está esperando podría haber caído en un popurrí de sustos facilones y una historia sacrificada por conseguir algo de terror en el espectador. Pero Soderbergh hace todo lo contrario, se centra en crear una historia muy potente a nivel argumental y emocional en torno a la vida y relaciones de cada uno de los miembros de la familia. Se toma su tiempo, todo se cuece a fuego lento y su cámara en primera persona de la presencia termina de culminar una tensión y una atmósfera inquietante que nos recuerda que estamos navegando en el género del terror, pero un terror que poco a poco se va colando sentimentalmente en el espectador.
“Presence”, en sus poco más de 80 minutos, culmina con un plot twist de los que impactan y gracias a lo bien construida que está la trama logra un impacto emocional y desolador impresionante en el espectador. La película, además, consigue enriquecer más aún la película al introducir perfectamente un tema tan delicado como los abusos sexuales y la posteriores dudas que se ponen sobre la víctima y vertebrar la película con un tema tan delicado.
Por último, destacar la gran dirección de Steven Soberbergh que consigue, acompañado de una perfecta fotografía, una filigrana visual que ayuda a que la fuerza narrativa y emocional de la película sea mucho mayor.
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