Es muy difícil hablar de la última película de Edward Berger sin comentar el golpe maestro e inesperado que propone su final y que, como fue el caso en su pase del Kursaal de la última edición del Zinemaldia, no queda más remedio que aplaudir sobre todo por la valentía que supone su mensaje dentro de la iglesia y el mundo actual. Pero como queremos que experimentéis esa sensación por vosotros mismo dejaremos que seáis vosotros quienes lo descubráis. La suerte es que, antes de ese momento que da sentido a todo lo visto durante su metraje, Conclave es mucho más.
Es en ese dilema dónde sale a floto ese final tan polémico como atinado y brillante que plantea la posible solución a dichos problemas y si dichos problemas habrían existido con “otro tipo de gente” al volante. Una genial Isabella Rossellini en apenas 8 minutos en pantalla es una presencia maravillosa, como una monja con poca voz y voto dentro de una institución masculina, que asiste atónita al precipicio al que se dirige dicha institución.
En clave Oscar, Conclave debería acaparar numerosas categorías como Película, Dirección, Guión Adaptado, Actor (Fiennes), Secundaria (Rossellini), Montaje, Fotografía, Diseño de Producción, Vestuario y BSO



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