Dentro de una sala de cine existe un tipo de sensación cada vez menos común y que surge con las películas de animación que consiste en estar asistiendo a un tipo de milagro único. Sentarse a ver una película, posiblemente diseñada para el disfrute de los más pequeños, y que te pase por encima, que te haga no solo volver a tu niñez sino que sientas que gracias a tu condición de adulto la estas disfrutando todavía más, acabar empañado de lágrimas de felicidad. Ese tipo de sensación provocada por obras maestras como Toy Story 3 o Wall-E, es el que consigue ese milagro llamado Robot Salvaje dirigida por Chris Sanders (Cómo entrenar a tu dragón). Sin duda, la mejor película que ha hecho Dreamworks, el Oscar a mejor película de animación de 2024 y una de las diez películas que deberían estar nominadas en la categoría reina en los próximos premios de la Academia de Hollywood.
Robot Salvaje tiene un corazón tan enorme que solo es comparable al tamaño de su inteligencia a la hora de reflexionar sobre temas necesarios y de rabiosa actualidad. Un envoltorio absolutamente bello que podría adornar las paredes de nuestras casas (contaba su director cada frame está pintado a mano dando una sensación de expresionismo y calidez asombrosos) esconde una historia de reivindicación del amor, la amistad, la cooperación totalmente arrebatadora en estos tiempos de crispación y maldad que sufre nuestro mundo. Podría resultar obvio decir esto, pero Robot Salvaje no podría llegar en un momento más adecuado ni de una forma más inteligente.
Pero Robot Salvaje va de mucho más. El punto de partida es un robot super inteligente, diseñado para realizar todas sus tareas de la manera más perfecta posible y sin rastro de posibilidad de mostrar emoción o sentimiento alguno (¿os recuerda a las inteligencias artificiales?), el cual queda extraviado en el bosque y se ve obligado a hacerse cargo de un huevo de ganso, a partir de ahí surge la magia. Robot Salvaje se encarga de mostrar el gran fallo de esas IA y posiblemente de este mundo cada vez más deshumanizado y falto de sentimientos, y ese no es otro que la creencia de que el mundo lo hacen mejor o lo mueven una serie de máquinas y tecnologías perfectamente diseñadas para facilitarnos la vida o hacer del un mundo un lugar mucho más productivo. Robot Salvaje nos recuerda que el verdadero motor de este mundo es y debe ser el amor, la amistad y el cariño y que cuando ellos están presentes no hay ningún resultado semejante que una IA o máquina pueda igualar.
También habla de la aventura de ser madre o padre para la que nadie está prediseñado y para la que nadie te prepara. O de esa familia que elegimos y decidimos querer y cuidar por mucha diferencia que nos separe. O el aprender a volar solos o la aceptación de que nuestros hijos deben aprender a volar solos y lo único que podemos hacer es apoyarles. También nos recuerda que el ser humano es el factor más dañino para nuestro planeta. Y por último, Robot Salvaje nos pone ante el espejo como especie creando un mundo mejor a partir de un robot y animales que derrochan amor, amistad y cariño mutuo.
En clave Oscar, desde Todo Cine creemos que Robot Salvaje debería unirse a ese selecto grupo formado por La Bella y La Bestia, Up y Toy Story 3 como la cuarta película de animación nominada a mejor Película. Además, debería tener presencia en Guión Adaptado, Película de Animación y Banda Sonora.
Comentarios
Publicar un comentario