¿Cuántas veces hemos deseado cambiar aspectos de nuestra vida o cambiar del todo esta misma? ¿Cuántas veces hemos envidiado o querido la vida de otro? Ahora imagina que se conceden tus deseos ¿y si te arrepientes de tus deseos? ¿Y si tu nueva vida es peor que la anterior? Pues, A Different Man (Primera película que vemos en la 69 edición de la Seminci y tercer largometraje del director y guionista Aaron Schimberg) nos plantea, entre otras cosas, ese escenario.
La película nos presenta a un aspirante a actor, Edward (un Sebastian Stan en estado de gracia), el cual sufre una enfermedad que ha desfigurado su cara hasta límites insospechados (clara referencia al Hombre Elefante) y ha condicionado su personalidad convirtiéndolo en un hombre inseguro, miedoso y esquivo con el contacto humano. Le seguimos en un día a día lleno de rechazos, miradas asqueadas y juicios por su apariencia hasta que un día entre en escena una simpática vecina y la posibilidad de una cirugía que cambiará su vida para siempre.
Tras la operación y la entrada en escena de un actor con la misma enfermedad que él tenía, un carismático Adam Pearson que se adueña de la función desde el primer momento (Qué merecida sería una nominación a Mejor Actor Secundario), la película da un giro radical. A partir de ahí, entramos en el terreno del Woody Allen más reflexivo y profundo sobre el ser humano con una comedia negra que nos lleva a reflexionar sobre el inconformismo permanente del ser humano, disfrutar la vida al máximo, valorar la vida que nos ha toca y la dictadura de la belleza en nuestra sociedad.
En clave Oscar, desde Todo Cine, creemos que A Different Man debería pelear la nominación en Mejor Película, Actor (Sebastian Stan), Actor Secundario (Adam Pearson), Guión Original y Maquillaje y Peluquería.
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